Eduardo Robreño Duprés

Eduardo Robreño Duprés
Nacimiento:  
23
/
9
/
1911
Fallecimiento:  
24
/
6
/
2001

Entre sus obras se cuentan: Historia del teatro popular cubano, Antología del teatro Alhambra, y Como me lo contaron te lo cuento. Durante años mantuvo una popular tertulia literaria en la acera del Louvre, en los portales del Hotel Inglaterra de La Habana.

Siempre se reconoció “como un músico frustrado y un pelotero retirado por las luchas estudiantiles de los años 30”. Extraña confesión para quien podía enorgullecerse de la autoría de textos imprescindibles como Historia del teatro popular cubano (1961), Cualquier tiempo pasado fue... (1978), Teatro Alhambra (1979), Como me lo contaron te lo cuento (1981) y Como lo pienso lo digo (1985), por solo mencionar algunas de sus obras, aunque siempre prefirió a Patricios en La Habana (1990), donde aborda la estancia de figuras cimeras de nuestra historia en la capital.

Durante los primeros 50 años de su existencia, fue hombre de leyes, notarías y juzgados. Según su hijo Gustavo, “el triunfo de la Revolución en 1959 lo hizo muy feliz, ese hecho encarnaba en sí mismo el ideal con el que desde joven soñó”. Enrique de la Osa lo inició en el periodismo en Bohemia. Paralelamente, escribió para la escena El último mosquetero, La Casa de Mariana, Abuela Cacha, Recuerdos del Alhambra, Quiéreme mucho…

También hizo radio y muchos aún le recuerdan en el espacio ¡Qué República era aquella!, que realizaba junto al periodista Mario Kuchilán y esa formidable actriz, María de los Ángeles Santana, con Enrique Núñez Rodríguez como guionista. En Radio Rebelde compartió Memorias con Manuel Villar. En Radio Taíno se le escuchó en Temas.

¿Dramaturgo, escritor costumbrista, investigador teatral, hombre de radio, qué lo apasionaba más?, le preguntaron un día pues... “El béisbol y la música”, respondió simplemente.

“Era center field y primer bate en la Universidad de La Habana, tenía buen brazo y corría muy bien”, decía. La clausura de la casa de altos estudios por la tiranía machadista, en 1930, y la huelga de marzo de 1935, contra el régimen Caffery-Batista-Mendieta, pusieron fin a su carrera en ese deporte. “¿El pelotero cubano del siglo?”, dice “Martín Dihigo. Jugaba todas las posiciones y en todas era estrella. Robador de señas, se las cogía muy fácil al contrario. Inventó muchas de esas jugadas que se ven hoy día. Su inteligencia era tal que iba a Venezuela, México, y jugaba con éxito contra distintos clubes, se situaba al campo según como bateaba cada contrario. Tenía un brazo que hubiera podido ser estrella entre las estrellas del pitcheo de Grandes Ligas, pero no lo dejaron jugar porque era negro. Y bateaba por todas las bandas, lo mismo un jonrón que te tocaba una bola”.

Cronista de Radio. Para quienes lo escucharon en la emisora, era como viajar en el tiempo, lo mismo a un teatro, que a un bar, y hasta conocieron de grandes personalidades políticas y otras de no tan alto linaje, que visitaron la isla, o que simplemente vivían en la capital, narraba con gran cubanía cada hecho que comentaba, porque eso si, Eduardo Robreño fue un cronista, cubano y muy criollo.

Estudió Derecho civil y Público. En el año 1926 debutó en la emisora de los hermanos Manuel y Guillermo Salas cantando el primer tango que interpretó Carlos Gardel. Continuó estudios y se gradúa de Abogado. Abandona unos años la radio. Se dedica más a la política por el partido auténtico y también a negocios de seguros. Finalmente tiene que abandonar el país. A su regreso en 1959, comienza a escribir y también a hacer libretos para la televisión.